Prensa Alfa y Omega 19-XI-2009

La revista de Alfa y Omega publicada con fecha de 19-XI-2009 con el nº 664 sobre sección TESTIMONIO
LAS PERSONAS SORDAS EN LA VIDA DE LA IGLESIA
LA FE, DESDE EL SILENCIO

En el madrileño barrio de Cuatro Caminos se encuentra la parroquia más silenciosa de toda España: Santa María del Silencio. Eso es porque se dedica a prestar servicio pastoral a las personas sordas y sordociegas de la diócesis de Madrid. La Iglesia se preocupa, y mucho, por las personas sordas, como lo demuestra la XXIV Conferencia Internacional sobre las personas sordas en la vida de la Iglesia, que desde hoy, hasta el sábado, se celebra en el Vaticano. El responsable de la parroquia Nuestra Señora del Silencio, de Madrid, el sacerdote don Jaime Gutiérrez, sordo desde los 12 años, explica, en este artículo, cómo viven su fe las personas sordas en España:

La parroquia Santa María del Silencio, situada en la calle Bravo Murillo 93, en el madrileño barrio de Cuatro Caminos, fue fundada hace 36 años para la atención pastoral específica que necesitan las personas sordas y sordociegas, debido a las dificultades de integración que encontraban en sus parroquias de origen.


Nuestra parroquia es una parroquia personal, que presta servicio pastoral a unas 15.000 personas sordas repartidas por toda la diócesis de Madrid. No es una parroquia geográfica, por lo que sus límites son tan grandes como toda la diócesis. Esto supone una primera característica importante que la diferencia de otras parroquias, ya que muchas personas sordas viven muy alejadas de la comunidad parroquial, lo que supone mucho tiempo para desplazarse. También los agentes pastorales deben desplazarse por toda la diócesis para poder atender a todas esas personas: visitando enfermos, celebrando funerales, Matrimonios, Bautismos, etc. Esta realidad configura en gran medida el quehacer apostólico de nuestra parroquia, no siendo posible el mismo funcionamiento que una parroquia geográfica.
Las personas sordas, además de no oír, tienen otras muchas dificultades como consecuencia de su sordera a las que intentamos dar respuesta también desde nuestra comunidad. Las principales son las siguientes:


Pobreza cultural. El 90% de las personas sordas son analfabetas funcionales. Sólo una de cada 1.000 llega a la universidad. Ello tiene importantes repercusiones también en la tarea evangelizadora, pues los materiales escritos que se usan habitualmente en la formación cristiana a ellos no les sirven. Por ello, hay que preparar materiales específicos adaptados a su capacidad de comprensión. Al mismo tiempo, tenemos el desafío de ir desarrollando un trabajo de alfabetización para mejorar su capacidad lectora y comprensiva, de manera que la persona sorda se vaya promocionando de manera integral y tenga los recursos necesarios para ser cada día más libre y protagonista de su vida. La promoción cultural de las personas sordas es uno de los grandes retos que debemos afrontar en nuestra acción evangelizadora con este colectivo.

Pobreza «relacional». Muchas personas sordas viven solas, aisladas, aunque estén entre otras personas. La sordera es una discapacidad que no se ve tanto como la ceguera o la discapacidad física; por ello, la sociedad no está tan concienciada con la problemática de estas personas, pero tiene mayores repercusiones a todos los niveles: psicológico, cultural, retraso de la madurez, retraso mental en ocasiones, etc. Por eso, para muchos, la parroquia es su auténtica casa. Aquí se sienten acogidos, queridos, tienen un lugar de encuentro, de comunicación y de convivencia. La parroquia es su auténtica familia.


Pobreza religiosa. Ésta es una pastoral fundamentalmente misionera, ya que la mayoría de las personas sordas ni en el colegio, ni en su familia, ni en el ambiente cotidiano donde viven han tenido noticia de Dios ni formación cristiana. La mayoría de las personas sordas no se han encontrado nunca con Jesucristo. Esto supone un gran reto misionero, visitando colegios, asociaciones, familias, teniendo un contacto personal con las personas sordas.
Y esto sin hablar de la pobreza material o del nivel de paro y precariedad laboral que, por supuesto, es mucho mayor que en el resto de la población, pues los débiles siempre son los más indefensos y las primeras víctimas de una sociedad organizada y dominada por los más fuertes y poderosos.
En nuestra comunidad, gracias a Dios, ya hay muchas personas entregando su tiempo, su trabajo, sus recursos materiales, sus capacidades, con generosidad, entusiasmo y alegría. Pero son necesarios, sobre todo, más sacerdotes que estén dispuestos a prepararse para poder atender este campo pastoral, pues la mies es mucha y muy dispersa, y los obreros muy pocos.

D. Jaime Gutiérrez

Sacerdotes sordos

En España hay tan sólo dos sacerdotes sordos: don Agustín Yanes, ya jubilado e iniciador y promotor de la pastoral del sordo en España, y don Jaime Gutiérrez, de 35 años, autor de este artículo.
Existe, además, una Fundación Católica Internacional para el Servicio a las Personas Sordas, que tiene su sede en Estados Unidos e Inglaterra, y una pequeña Congregación religiosa italiana denominada Pequeña misión para los sordomudos. Ambas colaboran con el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud. Y todas ellas colaborarán con España, de cara a que se haga posible -y accesible- la participación de personas sordas en la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011.